La primera fuerza o necesidad que tenemos, ya desde la adolescencia, es encontrar un sentido a la propia vida.
La voluntad de placer, de gozar de la vida, no es la fuerza fundamental. Tampoco lo es la voluntad de afirmarse o el reconocimiento social. Y menos todavía la voluntad de tener un cuerpo envidiable o aparentar no envejecer.
Aquello que en realidad necesitamos es encontrar sentido a nuestra existencia, adentrarnos en el porqué de las cosas e intentar descubrirnos a nosotros mismos.
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